La Reina Isabel II es una de las monarcas más importantes de la historia. Recientemente la Reina fue la protagonista de los festejos y celebraciones por su Jubileo de Platino, el cual conmemoró los 70 años de reinado de Isabel II. Pero hoy hablaremos sobre un dato muy interesante acerca de la monarca.
Es sabido que la monarquía británica ha acumulado una importante cantidad de joyas en las últimas décadas. La mayoría han trascendido generaciones y fueron portadas por la Reina Isabel II, Lady Di o incluso por Kate Middleton. Sin embargo, muchas de ellas han sido olvidadas y hasta escondidas por el misticismo que las rodea. Entre ellas, la tiara de Hesse.
La tiara de Hesse ha sido calificada en varias ocasiones como la “tiara maldita”, ya que muchas royals aseguran que la misma trae mala suerte sobre todo aquel que la lleve sobre su cabeza. Esta joya fue un obsequio que el Príncipe Alberto, marido de la Reina Victoria, le dio a su hija, la Princesa Alicia, con motivo de su boda con el príncipe Luis de Hesse en 1861.
Esta tiara fue confeccionada con diamantes, e incluyese motivos vegetales y de hojas de fresa. Sin embargo, el Príncipe Alberto no pudo ver cómo su hija lo lucía, ya que falleció repentinamente de tifus antes de que la boda pudiera celebrase, lo que obligó a que el enlace se viese reducido de forma tan considerable que llegó a ser calificada como la boda real “más triste” y con la Reina Victoria de riguroso luto.
La princesa Alicia se llevó aquella tiara consigo a su viaje por Alemania, pero poco tiempo después perdió a tres de sus hijos y murió prematuramente de difteria al cumplir los 35 años. Entre las hijas que no fallecieron de la princesa Alicia se encontraban Ella y Alix, quienes luego se convertirían en la gran duquesa Isabel de Rusia y en la emperatriz Alejandra de Rusia, ambas ejecutadas durante la Revolución Rusa.
La tiara de Hesse quedó en manos del único hijo vivo de la princesa Alicia, el Príncipe Ernesto. Lamentablemente, Ernesto perdió a su única hija, quien murió de fiebre tifoidea y otro de sus hijos nació muerto. Lamentablemente esta no fue la última víctima que se llevó la tiara y con el correr de los años comenzaron a circular diversos rumores sobre una posible maldición que estaría acarreando la joya.
Con el correr de los años la tiara terminó en manos de la familia Windsor. La Reina Isabel II iba a usarla el día de su boda, pero finalmente lució la tiara fringe, que pasó de generación en generación con sus 47 barras de diamantes. Actualmente la tiara forma parte de la colección de joyas y arte de la Fundación de la Casa de Hesse.