La reina Isabel II de Inglaterra seguía una dieta rutinaria que no rompía por nada y si bien la soberana se daba algunos gustos el desayuno, las comidas ligeras y la sagrada hora del té fueron rituales que no rompió nunca y que supo seguir a la perfección. En esta nota te contaremos en qué se basaba la alimentación de la monarca.
La reina Isabel II en su dieta incluía dos desayunos, el primero de ellos era sumamente ligero conformado por un té de la marca “Earl Grey”, sin agregados de azúcar ni de leche y lo acompañaba con algunas galletas que compartía junto a sus amados perros. El segundo desayuno era más contundente y contaba con cereales, yogur y tostadas con mermelada, aunque en algunas oportunidades apostaba a los pescados ahumados.
En cuanto al almuerzo la reina Isabel II prefería lo simple es por eso que casi siempre elegía como menú pescado con verduras, las espinacas cocidas se encontraban entre sus favoritas. Eso sí, en los almuerzos la monarca nunca elegía productos pesados o con almidón como platillos preparados con papas o pastas.
A la hora del té, un ritual imprescindible para la reina Isabel II, las elecciones se basaban en un bocadillo dulce como por ejemplo una tarta de chocolate, de jengibre o galletas dulces. También este momento podía ser acompañado por comidas saladas como un sandwich de pepino con huevo y salmón ahumado.
Finalmente la cena de la reina Isabel II consistía quizá en el momento más esperado por la soberana, aquí si se daba la oportunidad de probar diferentes platillos y también de comer carne. El típico plato principal podía ser un solomillo de venado con champiñones frescos y como entrada paté Gleneagles con salmón ahumado, trucha o caballa.