Contar con el apellido Iglesias sería la puerta de ingreso para cualquier artista que quiera cantar y pertenecer a un selecto círculo de estrellas mundiales. Cualquiera daría la vida por estar tan bien conectado con el número 1 como lo fue por tantos años Julio Iglesias. Esta gran suerte por supuesto la tienen todos sus hijos y familiares por los que obviamente, como cualquier padre, haría lo que fuera por sus más cercanos.
Enrique Iglesias, como todos saben, el hijo de su primer matrimonio y desde niño siempre supo que el canto y el arte eran sus grandes pasiones. Dueño de una gran voz y una actitud seductora como pocos, ya desde adolescente le gustaba romper corazones a base de sus letras y música. Comenzó su carrera como profesional y por supuesto que todo el mundo lo trataba como “el hijo de Julio Iglesias”.
Fue desde ese momento que decidió que todo lo que tuviera, ya fuera fama, éxito, dinero y todas las bondades de la vida, se las ganaría por el mismo sin la ayuda ni de su padre ni de su nieto. Bajo esta premisa es que se consolidó como un número 1 a base de un inmenso talento y una manera de trabajar incansable.
A tanto ha llegado esta necesidad de Enrique Iglesias de alejarse de la sombra de su padre que en la actualidad ha afirmado que tampoco quiere un céntimo de la enorme herencia que le quedaría en caso de que un día su padre no esté más. Recordemos que Julio Iglesias es dueño de una de las fortunas más grandes del mundo con propiedades por todo América y Europa.
También es oportuno aclarar que la relación de Julio Iglesias y su hijo Enrique no es la más fluida y cordial. Una distancia los separa desde hace años cuando el padre comenzó una vida nueva con otra mujer y realizó una nueva familia. Al parecer desde allí las cosas no estuvieron muy bien.